viernes, 18 de enero de 2019

HISTORIA: Patrimonio arqueológico en pleno centro de Ushuaia


Una obra en construcción develó un importante yacimiento arqueológico en pleno centro de Ushuaia. Si bien se sabía de su existencia, se tuvo que llevar adelante un rescate para que la obra pudiera continuar. Desde EL ROMPEHIELOS, Abel Sberna dialogó con la Angélica Tivoli, Martín Vázquez y Francisco Zangrando, arqueólogos del CADIC, para conocer detalles del trabajo realizado en el denominado sitio SADOS. Compartimos la nota aparecida hoy en ese portal.


Corría la década del 70 y la arqueología fueguina estaba en sus albores. Por esos tiempos los arqueólogos Luis Orquera y Ernesto Piana daban inicio al Proyecto Arqueológico Canal Beagle. Alertado por arqueólogos aficionados del hallazgo de restos en inmediaciones del por entonces supermercado SADOS (actualmente La Anónima de San Martín y Onas), Piana llevó adelante observaciones, recuperó algo de material y elaboró un informe para el Museo Territorial (actualmente Museo del Fin del Mundo) con lo cual se formalizó la existencia de este sitio arqueológico. Así pues, si bien su existencia era conocida por la comunidad científica local, el sitio permaneció inalterado hasta nuestros días, cuando se comenzó a trabajar en una edificación lindante a las escaleras que conectan la calle San Martín y Gobernador Deloqui, pegada a la ubicación del yacimiento. “A raíz de la ejecución de esta obra, se planteó la necesidad de realizar un estudio de impacto y un rescate en la zona de la escalera, sobre la calle Onas, porque ya se conocía desde fines de los 70, cuando se hizo la primera escalera, de la existencia de material arqueológico en el lugar”, explica Angélica Tivoli, doctora en arqueología e investigadora del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC CONICET).

“Conocíamos la existencia del sitio lindante a la escalera, pero cuando la empresa comienza a realizar los movimientos de suelo se descubre un gran conchero en la zona de construcción. El trabajo en la escalera estaba planteado con más tranquilidad y tiempo, habíamos programado una excavación de más de 20 días que daban tiempo para hacer sondeos en los distintos sectores, pero cuando salió esto y vimos que había un conchero decidimos venir a trabajar acá y se le solicitó a la empresa constructora unos días para poder rescatar la mayor cantidad posible de material”, explicó la especialista que trabajó junto con un equipo de profesionales en el rescate de objetos de gran valor arqueológico pertenecientes a grupos de pueblos originarios que habitaron la región durante miles de años. “Me parece importante destacar la buena voluntad de los arquitectos del estudio de Piccone que han facilitado un montón de cosas y se han prestado a detener las máquinas para que podamos llevar adelante este trabajo”, subraya el licenciado Martín Vázquez, arqueólogo que coordina las actividades del rescate. “Sencillamente eso es lo que hay que hacer. Estoy seguro que el costo de detener la obra unos días es una cifra minúscula comparada con el valor de resguardar el patrimonio contenido aquí”, agrega Vázquez.

El Canal Beagle y sus costas, fueron habitados durante miles de años por pueblos canoeros cuya presencia concluyó abruptamente con la llegada de europeos y de los primeros habitantes argentinos que se instalaron en Tierra del Fuego. Testimonio de la presencia y la vida de estos originales pobladores del sur de América son los abundantes yacimientos arqueológicos distribuidos por toda la costa del Canal Beagle, los cuales constituyen un valioso patrimonio cultural para nuestra provincia, pues son el único registro que nos permite conocer cómo era la vida, la cultura y la sociedad de quienes nos precedieron en estas alejadas tierras australes. La preservación de los yacimientos y de los objetos que en ellos se encuentran reviste una gran importancia por varios factores. Según Vázquez “todo sitio arqueológico tiene un valor implícito por la información que se puede obtener de él, que siempre es valiosa. Un sitio es como un libro, es único. Puede haber otros parecidos, o del mismo género, pero ese texto es único. Con esto quiero decir que no hay dos sitios iguales, y la información contenida es única e irrepetible, es un archivo cultural, paleo ambiental, que da testimonio de como fue el ambiente del pasado y como vivía la gente y esa información está solo acá, la de otro sitio es distinta”.

Por otro lado, este sitio en particular tiene el valor agregado de encontrarse en pleno centro de Ushuaia, en el corazón mismo del territorio de los canoeros que habitaron el Canal Beagle. El desarrollo de la ciudad borró prácticamente toda la información de la vida de estos pueblos en las costas de la bahía donde se encuentra emplazada. “Uno va a otros lugares y encuentra gran cantidad de sitios, mientras que en este sector de la costa no hay una gran posibilidad de dar con yacimientos, por lo que este hallazgo es sumamente valioso, más aun teniendo en cuenta la antigüedad estimada que lo ubicaría dentro de los más antiguos”, explica Vázquez, y destaca que “el hecho de que este sitio esté ubicado en la ciudad le da un valor testimonial que permite a la gente conocer y ponerse en contacto cercano con el patrimonio arqueológico de la región”.

“El lugar en el que estamos trabajando es lo que se conoce comúnmente como conchero. Se trata de grandes acumulaciones de valvas, donde también aparecen otros tipos de restos de alimentación o de las herramientas que utilizaban los grupos canoeros que habitaban en el Canal Beagle” explica el Dr. Francisco Zangrando, otro de los investigadores del CADIC CONICET que llevó adelante su labor en el rescate del sitio SADOS.

“En cuanto a los hallazgos hemos encontrado tecnología confeccionada con hueso, parte de ella decorada. Se destacan ornamentos elaborados con dientes de lobo marino, huesos de aves y valvas. También hemos encontrado artefactos con los cuales procesaban los recursos animales que consumían. En cuanto a los restos arqueo faunísticos, es decir los restos de alimentación, encontramos distintas especies de peces, aves y mamíferos, entre las que se destaca la presencia de lobos marinos y algunos restos de guanaco”, detalló el arqueólogo. Según las primeras impresiones que se desprenden del material recuperado, se trata de un sitio de gran antigüedad. “Para establecer algunas expectativas en cuanto a la antigüedad del sitio nos basamos en ciertos rasgos diagnósticos de la tecnología”, explica Zangrando, y agregó que hallaron “arpones de base cruciforme decorados y sabemos que este tipo de artefactos aparecen en la región en conjuntos arqueológicos de entre 6000 y 4000 años. Obviamente no podemos basar la cronología del depósito sin los fechados absolutos es decir el análisis sobre isotopos inestables conocido como carbono 14”.

Además de Tivoli, Vázquez y Zangrando, del trabajo en el sitio han participado una gran cantidad de profesionales en arqueología, como el licenciado Germán Pinto Vargas y las becarias del CADIC CONICET, Daniela Alunni, Suray Pérez y Carmen Fernández Ropero. También participó Ramiro Suárez, estudiante del IPES y el investigador jubilado y arqueólogo de gran trayectoria Ernesto Piana.

“Aquí han trabajado becarios y personal de CADIC, gente del Gobierno Provincial y alumnos de IPES, pero también han colaborado vecinos que se han acercado a ayudar. Y eso es algo de lo bueno que tienen las excavaciones que se dan en la ciudad, que están accesibles para que la gente los pueda ver abiertos y conocer el trabajo que se realiza”, agregó Vázquez al respecto.

Para concluir, Zangrando explicó que “todo el material recuperado, incluido parte del sedimento, es procesado, limpiado y acondicionado para su almacenamiento en el CADIC. A partir de todo el material recolectado se confecciona un registro para su futuro estudio”.

Fuente: El Rompehielos (Abel Sberna)