Una obra en construcción develó un
importante yacimiento arqueológico en pleno centro de Ushuaia. Si bien se sabía
de su existencia, se tuvo que llevar adelante un rescate para que la obra
pudiera continuar. Desde EL ROMPEHIELOS, Abel Sberna dialogó con la Angélica
Tivoli, Martín Vázquez y Francisco Zangrando, arqueólogos del CADIC, para
conocer detalles del trabajo realizado en el denominado sitio SADOS. Compartimos
la nota aparecida hoy en ese portal.
Corría
la década del 70 y la arqueología fueguina estaba en sus albores. Por esos
tiempos los arqueólogos Luis Orquera y Ernesto Piana daban inicio al Proyecto
Arqueológico Canal Beagle. Alertado por arqueólogos aficionados del hallazgo de
restos en inmediaciones del por entonces supermercado SADOS (actualmente La
Anónima de San Martín y Onas), Piana llevó adelante observaciones, recuperó
algo de material y elaboró un informe para el Museo Territorial (actualmente
Museo del Fin del Mundo) con lo cual se formalizó la existencia de este sitio
arqueológico. Así pues, si bien su existencia era conocida por la comunidad
científica local, el sitio permaneció inalterado hasta nuestros días, cuando se
comenzó a trabajar en una edificación lindante a las escaleras que conectan la
calle San Martín y Gobernador Deloqui, pegada a la ubicación del yacimiento. “A
raíz de la ejecución de esta obra, se planteó la necesidad de realizar un estudio
de impacto y un rescate en la zona de la escalera, sobre la calle Onas, porque
ya se conocía desde fines de los 70, cuando se hizo la primera escalera, de la
existencia de material arqueológico en el lugar”, explica Angélica Tivoli, doctora
en arqueología e investigadora del Centro Austral de Investigaciones Científicas
(CADIC CONICET).
“Conocíamos
la existencia del sitio lindante a la escalera, pero cuando la empresa comienza
a realizar los movimientos de suelo se descubre un gran conchero en la zona de
construcción. El trabajo en la escalera estaba planteado con más tranquilidad y
tiempo, habíamos programado una excavación de más de 20 días que daban tiempo
para hacer sondeos en los distintos sectores, pero cuando salió esto y vimos
que había un conchero decidimos venir a trabajar acá y se le solicitó a la
empresa constructora unos días para poder rescatar la mayor cantidad posible de
material”, explicó la especialista que trabajó junto con un equipo de
profesionales en el rescate de objetos de gran valor arqueológico
pertenecientes a grupos de pueblos originarios que habitaron la región durante
miles de años. “Me parece importante destacar la buena voluntad de los
arquitectos del estudio de Piccone que han facilitado un montón de cosas y se
han prestado a detener las máquinas para que podamos llevar adelante este
trabajo”, subraya el licenciado Martín Vázquez, arqueólogo que coordina las
actividades del rescate. “Sencillamente eso es lo que hay que hacer. Estoy
seguro que el costo de detener la obra unos días es una cifra minúscula
comparada con el valor de resguardar el patrimonio contenido aquí”, agrega
Vázquez.
El
Canal Beagle y sus costas, fueron habitados durante miles de años por pueblos
canoeros cuya presencia concluyó abruptamente con la llegada de europeos y de
los primeros habitantes argentinos que se instalaron en Tierra del Fuego.
Testimonio de la presencia y la vida de estos originales pobladores del sur de
América son los abundantes yacimientos arqueológicos distribuidos por toda la
costa del Canal Beagle, los cuales constituyen un valioso patrimonio cultural
para nuestra provincia, pues son el único registro que nos permite conocer cómo
era la vida, la cultura y la sociedad de quienes nos precedieron en estas
alejadas tierras australes. La preservación de los yacimientos y de los objetos
que en ellos se encuentran reviste una gran importancia por varios factores.
Según Vázquez “todo sitio arqueológico tiene un valor implícito por la
información que se puede obtener de él, que siempre es valiosa. Un sitio es
como un libro, es único. Puede haber otros parecidos, o del mismo género, pero
ese texto es único. Con esto quiero decir que no hay dos sitios iguales, y la
información contenida es única e irrepetible, es un archivo cultural, paleo
ambiental, que da testimonio de como fue el ambiente del pasado y como vivía la
gente y esa información está solo acá, la de otro sitio es distinta”.
Por
otro lado, este sitio en particular tiene el valor agregado de encontrarse en
pleno centro de Ushuaia, en el corazón mismo del territorio de los canoeros que
habitaron el Canal Beagle. El desarrollo de la ciudad borró prácticamente toda
la información de la vida de estos pueblos en las costas de la bahía donde se
encuentra emplazada. “Uno va a otros lugares y encuentra gran cantidad de
sitios, mientras que en este sector de la costa no hay una gran posibilidad de
dar con yacimientos, por lo que este hallazgo es sumamente valioso, más aun
teniendo en cuenta la antigüedad estimada que lo ubicaría dentro de los más
antiguos”, explica Vázquez, y destaca que “el hecho de que este sitio esté
ubicado en la ciudad le da un valor testimonial que permite a la gente conocer
y ponerse en contacto cercano con el patrimonio arqueológico de la región”.
“El
lugar en el que estamos trabajando es lo que se conoce comúnmente como
conchero. Se trata de grandes acumulaciones de valvas, donde también aparecen
otros tipos de restos de alimentación o de las herramientas que utilizaban los
grupos canoeros que habitaban en el Canal Beagle” explica el Dr. Francisco
Zangrando, otro de los investigadores del CADIC CONICET que llevó adelante su
labor en el rescate del sitio SADOS.
“En
cuanto a los hallazgos hemos encontrado tecnología confeccionada con hueso,
parte de ella decorada. Se destacan ornamentos elaborados con dientes de lobo
marino, huesos de aves y valvas. También hemos encontrado artefactos con los
cuales procesaban los recursos animales que consumían. En cuanto a los restos
arqueo faunísticos, es decir los restos de alimentación, encontramos distintas
especies de peces, aves y mamíferos, entre las que se destaca la presencia de
lobos marinos y algunos restos de guanaco”, detalló el arqueólogo. Según las primeras
impresiones que se desprenden del material recuperado, se trata de un sitio de
gran antigüedad. “Para establecer algunas expectativas en cuanto a la
antigüedad del sitio nos basamos en ciertos rasgos diagnósticos de la
tecnología”, explica Zangrando, y agregó que hallaron “arpones de base
cruciforme decorados y sabemos que este tipo de artefactos aparecen en la
región en conjuntos arqueológicos de entre 6000 y 4000 años. Obviamente no
podemos basar la cronología del depósito sin los fechados absolutos es decir el
análisis sobre isotopos inestables conocido como carbono 14” .
Además
de Tivoli, Vázquez y Zangrando, del trabajo en el sitio han participado una
gran cantidad de profesionales en arqueología, como el licenciado Germán Pinto
Vargas y las becarias del CADIC CONICET, Daniela Alunni, Suray Pérez y Carmen
Fernández Ropero. También participó Ramiro Suárez, estudiante del IPES y el
investigador jubilado y arqueólogo de gran trayectoria Ernesto Piana.
“Aquí
han trabajado becarios y personal de CADIC, gente del Gobierno Provincial y
alumnos de IPES, pero también han colaborado vecinos que se han acercado a
ayudar. Y eso es algo de lo bueno que tienen las excavaciones que se dan en la
ciudad, que están accesibles para que la gente los pueda ver abiertos y conocer
el trabajo que se realiza”, agregó Vázquez al respecto.
Para
concluir, Zangrando explicó que “todo el material recuperado, incluido parte
del sedimento, es procesado, limpiado y acondicionado para su almacenamiento en
el CADIC. A partir de todo el material recolectado se confecciona un registro
para su futuro estudio”.
Fuente: El Rompehielos (Abel Sberna)