
Hace algún tiempo, entre las herramientas que ofrecen Google Earth, Wikiloc y Panoramio –entre muchas otras-, se hace imposible no saber cómo encarar un trekking en Tierra del Fuego. Son variadas las indicaciones que existen para emprender una caminata. Este domingo, laguna Turquesa era una variable válida. Galería de fotos. Mapa en Wikiloc
Así, el domingo último, cuando en Ushuaia el
cielo estaba nublado y con la temperatura bastante baja, decidí caminar y “fotear”.
Mis alternativas eran dos: Idearme algún senderito en la sierra Alvear o bien,
animarme a la laguna Turquesa. Un pequeño espejo de agua, enclavado en medio de
la sierra Sorondo. Con los datos que obtuve de la red y el empujón que me
brindaron, decidí la última oferta.

Determinado, estacioné el vehículo a la
derecha, en sentido Ushuaia Tolhuin, unos cuántos metros antes del
estacionamiento que lleva a la laguna Esmeralda. Como detalle, aclaro que hay
un ‘guarail’, hay un pequeño cartel con el número 8 y una huella que sube la
ladera de la montaña. Me estacioné, preparé mi mochila e inicié la recorrida.
Antes de dejar la huella, cruza un sendero en
sentido a Ushuaia, entiendo que pasa un gasoducto bajo él y muchos lo utilizan
para correr en moto. Luego de unos metros hacia la izquierda, se ve claramente -en
medio del bosque- un pequeño cartel que informa el inicio del sendero. Cabe
acotar, que durante prácticamente todo el recorrido, el mismo va al lado del
río que baja de la laguna. El bosque, de lenga y bastante abierto, permite que
entre buena iluminación lo que facilita caminarlo.

Como mencioné al principio, el domingo se despertó
nublado y con las cimas de las montañas nevadas, y eso se notó en el campo.
Luego de lograr el límite de vegetación, se notó mucho más cómo el agua del
deshielo se iba escurriendo en la tierra. Eso, dificultó ciertamente la
caminata. Sobre todo, por el frío colándose en los borceguís.
Pero todo el frío, el cansancio que ya sumaba
–apenas promediando el recorrido- y el agua, se esfumaron con solo ver las
montañas en todo su esplendor. Lo rojizo de sus piedras, estaba suavemente
pincelado por la nieve que aunque débil, le daba al lugar un panorama
absolutamente distinto.
En este punto, quiero también decir que el
sendero se va borrando. Como mencioné, la nieve y el agua hicieron que se
desdibujara haciendo muy difícil continuarlo. En algunos puntos tuve que cortar
camino, enterrar los zapatos en tierra mojada y jugar con el equilibrio.
El resto del camino está marcado el río y
cuanto más se gana en altura, la vista hacia atrás se vuelve fabulosa. Ver la
laguna Esmeralda en todo su esplendor escondida en medio de la sierra Alvear,
es un placer. Su color verde esmeralda resalta del todo. El resto de las cimas,
el cerro bonete y las nubes amenazadoras coronándolo todo, dan la sensación de
estar cerca del cielo. Claro, es una sensación. Apenas, en este punto, se
alcanzan los 600 msnm.
Cuando se va llegando a la laguna, el río
avisa porque de ella caen algunas cascadas pequeñas que llenan de sonido todo
el lugar. Por las condiciones del día, sin sol, el color de la laguna es de un
verde pálido. Pero acompañada de altas paredes de piedra roja, enmarcada por la
nieve y contemplando tamaño paisaje, llegar a ella se convirtió en todo un
premio.
Una vez en la costa, se continúa por la
derecha y una piedra en medio del agua, con otras más pequeñas, invita a
descansar en ella y contemplar todo. Es que en los 360° de vista, estoy en
medio de una postal. De esas que ven los caminantes más avezados y atrevidos,
que se animan a cruzar montañas y llegar a lugares donde otros, no nos
animamos.
Después de tomar agua del río y comer algo,
mi vista se detuvo en las paredes de la montaña. Como dije, el color rojizo
domina la escena pero esta vez, tapizadas de un manto blanco de nieve y agua congelada.
Seguí con la mirada el río y más arriba, desde la cima, un tempano de nieve y
hielo dejaba que el agua fluyera ruidosamente entre las piedras. Caminé un poco
más arriba, alcance los 720 metros de altura y paré.

Cuando llego a lugares como el que acabo de
compartir, no dejo de recordar a muchos trekkinistas que se lanzan a la aventura
entre el bosque y las cimas fueguinas. Como dije, los leo en las redes
sociales, admiro sus fotos y la destreza (técnica y atrevimiento) para llegar a
lugares como este. Humildemente, para mí siempre que conozco un lugar nuevo, es
alcanzar una meta. En este caso, una meta impuesta por la curiosidad y las
ganas de llegar más lejos.
