Jamás volveremos a ver esos paisajes como los veíamos hace escasos días. El daño no sólo es a la masa boscosa, si es que no causa dolor ver miles de árboles en cenizas, toda la flora autóctona muere, lo que sobrevive queda terriblemente debilitado, la fauna muere, miles de aves desaparecen por el fuego o sus consecuencias posteriores. El paisaje muere y jamás se recupera totalmente, el suelo debilitado muere y se multiplica la erosión, las cuencas de aguas dulces se enturbian y matan toda vida en ellas, la emisión de gases en la atmósfera aumenta el efecto invernadero, el humo arrastrado por el viento afecta a todo a docenas de kilómetros del fuego, la pérdida económica para la industria maderera y el turismo, es difícil de calcular, ello también trae consecuencias negativas sociales y culturales.
Las dificultades de acceso al fuego, obliga a la apertura de picadas, contrafuegos, más destrucción irrecuperable para nuestra frágil naturaleza.
Invito a los vecinos de Ushuaia a observar detenidamente el paisaje que rodea a la ciudad. Desde el Monte Susana hasta el otro extremo, ya debajo del Monte Olivia. Toda la deforestación que se ve, ha sido consecuencia de un incendio forestal acontecido en la época de la Cárcel de Reincidentes, hace aproximadamente 70 años.
Camino a Río Grande, costa norte del Fagnano, pasando Laguna Verde, todo el bosque destruido por un incendio producido en diciembre de 1978, hace 34 años y seguramente no alcancemos a ver un frondoso bosque sobre ese sector. El fuego destruyó en esa ocasión, poco más de 424 ha.
El dolor es más profundo por que se intuye que no tiene remedio. No tiene un fin, ni siquiera una clara moraleja. Quienes heroicamente están arriesgando sus vidas luchando desventajosamente contra el fuego, lo saben mejor que cualquiera, se merecen una respuesta, un poco de concientización. Algo tiene que cambiar en nuestra sociedad, en cada uno de nosotros y en quienes nos representan. De algo debería servir esta experiencia. Sin embargo, mientras decenas de personas luchan denodadamente contra el fuego en la costa sur del Fagnano, otros imbéciles dejan fogatas mal apagadas en otros sectores de la isla.
Si es verdad que el Sr. Vicegobernador, ha expresado que “no le consta” que el incendio se haya generado por negligencia, resulta imperioso mencionarle que los incendios forestales en esta zona siempre, absolutamente siempre se generan por negligencia. No existen los incendios “naturales” en Tierra del Fuego. La negligencia es esencialmente “descuido”, éste puede ser consecuencia del desconocimiento, la desconcentración, la insensibilidad o el simple desprecio por el lugar donde se vive.
Las respuestas “políticas” no son, en este caso, una buena moraleja. Sólo insinúan ausencia de cambio, falta de responsables, tampoco prometen castigos, una denuncia penal, ni siquiera una mayor voluntad política. Y los fueguinos, es decir aquellos que vivimos aquí por que amamos este lugar, ya estamos asqueados de esas respuestas.
No es el caso hallar culpables para colgarlos en la plaza, sólo deseamos que el sistema funcione. Que las leyes y las instituciones cumplan su rol. Que el esfuerzo y la angustia tengan sentido. Que una vez las cosas sean como tienen que ser.
Lo que se está quemando en este momento, es de todos nosotros y de los que no nacieron. Todo lo hecho no alcanza. No basta comprar más elementos, contratar más brigadistas, helicópteros o aviones hidrantes, aunque es imperiosamente necesario. La negligencia siempre ganará. No alcanza un aburrido aviso de concientización por la televisión pública. Necesitamos más ingenio, más compromiso y menos justificaciones o respuestas políticas.
Necesitamos gobernantes más sensibles de estos temas, más comprometidos, que no vivan haciendo de todo una especulación política. Que una vez hagan lo que tienen que hacer.
Hasta ahora la única promesa es que habrá más incendios, solamente se deben conjugar cuestiones climáticas, por que la desidia, la insensibilidad, el desprecio, la ignorancia, la negligencia, ya están y parece ser que es lo único que sobra.
Julio César Lovece
Fundación Ushuaia XXI