jueves, 11 de noviembre de 2010

La botera del río

“Hay una historia que aún se escribe en sepia… Hay un Río Grande que permanece en la memoria de viejos. Hay una ciudad que antes era pueblo de pocos y conocidos. Hay ganas de conservar ese tiempo…”

Hay quienes piden que se respete a los mayores, a los viejos. Si. A esos hombres y mujeres que con mucho esfuerzo hicieron ese Río Grande y el de hoy.


Como es el caso del papá de Marita Ojeda, antiguo trabajador del frigorífico de Río Grande o el de Ariela del Carmen Saldivia, botera del río.

Ariela, la botera
Ariela entiende que su labor fue la de “prestar una atención al público” en referencia a los trabajadores de ese polo comercial que estaba al sur del Grande.

A pesar de los años, del abandono en el predio (en 2017 cumple 100 años el muelle) y el sacrificio de pueblo, Ariela recuerda su paso como botera. “Todo era más difícil que ahora, no teníamos el puente (General Mosconi) como ahora” recuerda en una breve nota compartida entre Lorena Uribe y Canal 13.

“No todos tenían disponible para pagarse un taxi” que desandaba 22 kilómetros entre ida y vuelta desde el caserío al frigorífico. Ahí nació su oficio, como el de tantos hombres que batallaban con el río… “Muy pocos tenían auto, eran familiares” y deja paso al recuerdo de centenares de trabajadores golondrina “hablamos de los años sesenta…”

Hoy se enalteció la memoria de los antiguos riograndenses con una estatua, una plaza y un Monumento Histórico Nacional que busca ser revalorizado. Porque, a dichos de antiguos, significa la génesis del pueblo, la ciudad. Ahí empezó todo. La colonia.

“Prefectura nos dio permiso para hacer una casillita y después otra pieza grande para prestar ese servicio”. Cruzar a los trabajadores a la margen norte del Grande. Ese que vieron Lista y Popper, Fagnano y nuestros selk’nams…


Ariela recuerda que desde pequeña sabía remar, “no acá”. Fue en su Chiloé natal. “El bote era más chico” que el que se inauguró esta noche de miércoles. Remaba sola, “nadie sabia remar, remaba yo sola” y gesticula su esfuerzo por intentar llegar a la otra orilla. Los otros no sabían. Remaba ella sola.  “El río a veces estaba lindo” dice cuando le preguntan sobre el carácter de sus aguas.

Cuando el viento arreciaba, “a veces corría a 120, 150 por hora” añora la botera. Se aprovechaba a cruzar cuando marea baja “o cuando estaba lindo” dice y rememora al dedillo los ciclos de mareas.

Ariela del Carmen Saldivia fue, como otros tantos antiguos pobladores, testigo de la ‘puesta en valor’ de un sitio por años abandonado. Ni la Comisión de Lugares Históricos, ni la Municipalidad ni el Gobierno comprendieron que centenares de fueguinos nacieron ahí. Que la colonia dejó lugar al pueblo, y este a la ciudad.

No es que la tarea hoy inaugurada no sea loable. Lo es. Pero hace mucho que fueguinos, riograndenses, vecinos, periodistas y otros pedimos que valoricen ese lugar como la génesis de todo. Hoy se pudo. Un poco. Sirve. Aplaudámoslo. Pero falta. En serio, falta.

Ariela sigue recordando. Sus ojos dan lugar a más historias de vida, de sacrificio. Quizás entienda que ese frigorífico, CAP, se vino abajo por “mala administración” y la comparación remita a la billetera de la “patrona”… Pero ahí está. Buscando en la cara de los presentes, un verdadero reconocimiento.

¿Qué mensaje deja Ariela? pide Lorena. “Sean unos buenos administradores” quizás alejando la malaria que se agolpó al CAP. “Tengan mucho respeto a la gente más grande” dijo. ¿Quién no lo tendría?

Ariela, mira con recelo tanta pompa, pero como riograndense le digo: Tranquila, ya se vienen los reconocimientos, los verdaderos y alejados de réditos políticos. Todos.

Hoy se inauguró una plaza, una estatua. Se iluminó un icono de Río Grande y se le dio “valor” a un sitio que lo tenía por derecho propio y que, por tiempo o desidia, el pueblo olvidó. Empezaron. Empezamos. Sigamos.

Más información: Monumento histórico recupera valor social



Un sitio viejo…

Con un diseño de avanzada, www.ciudadderiogrande.com.ar busca revalorizar ese viejo pueblo. Un sitio de fotografías, datos y sensaciones imperdibles.
Un recreo.