viernes, 6 de marzo de 2009

Muestra "La Misión científica del Cabo de Hornos (1882-1883)”

Desde hoy, 06 al 27 de marzo, en el foyer de la Casa de la Cultura, se podrá disfrutar de la muestra "La Misión científica del Cabo de Hornos (1882-1883)”. Organizada por la Alianza Francesa de Tierra del Fuego y el Museo del Fin del Mundo, en colaboración con las subsecretarias de Cultura municipal y provincial y el IN.FUE.TUR.

CRONOGRAMA DE ACTIVIDADES EN USHUAIA

Viernes 6 de Marzo – 19hs- Inauguración de la muestra “La mission Scientifique du Cap Horn (1882-1883)”
Horario de vista de lunes a domingo de 13hs a 20hs, del 6 al 27 de Marzo.
Lugar: Foyer de la casa de cultura

Sábado 7 de Marzo – 18hs- Conferencia con la doctora Anne Chapman
Lugar: Sala Nini Marshall de la casa de cultura

Martes 10 de Marzo – 20hs- “La ceremonia del Hain”- Charla entre Anne Chapman y Estela Mansur (CADIC)
Lugar: Museo del Fin del Mundo

Miércoles 11 de Marzo – 19hs- Presentación del libro de Anne Chapman y charla sobre la trayectoria de una antropóloga en Tierra del Fuego
Con vino de honor
Lugar: Ex panadería del Presidio- Museo Marítimo

Jueves 12 de Marzo – 20hs – proyección de documentales de la antropóloga Anne Chapman
Lugar: Sala Nini Marshall de la casa de cultura

Para mayor información:
Tel: (2901) 424 974
aftdf@hotmail.com
www.aftdf.org.ar


Breve biografía de la etnóloga
Durante 40 años, Anne Chapman viajó de Europa al extremo sur americano para estudiar a las últimas etnias que lo habitaron: los selk’nam y los yaganes. No era lo que más le interesaba, pero se encontró con la evidencia de los últimos testimonios directos de esa cultura y nadie más que los recogiera. La paciencia y la dedicación de esta etnóloga norteamericana le han permitido reconstruir la vida de esos pueblos, que fueron arrasados por la “invasión blanca” con una velocidad aterradora, a través de las dos informantes de sus campañas, Lola Kiepja y Angela Loij, las últimas selk’nam.
–¿Cómo llega de París a Tierra del Fuego?–
Eso fue en 1964, yo tenía amistad con la arqueóloga Anette Lamins-Emperaire, que había trabajado en Tierra del Fuego. Ella me contó sobre una mujer que, según ella, era la última de los onas. Y eso me interesó: la última persona en tan importante cultura merece conocerla. Yo estaba con el grupo de Lévi-Strauss trabajando en Honduras, y él me dio permiso de variar mi trabajo de campo. Así que fui con su grupo como asistente. Ella iba a hacer un reconocimiento en la Isla Grande de Tierra del Fuego. Ya a fines de año iban a ver el Lago Fagnano, en la sección argentina de Tierra del Fuego, donde había una especie de reserva, aunque quedaban pocos y Lola vivía allí. Ella me recibió con mucha amabilidad porque estaba sola. El puestero le daba carne, leña, no tenía compañía. Así empezó la cosa. Yo la empecé a grabar y le gustó mucho oír su propia voz cantando. Así, yo grabé algunos cantos de ella y luego tuve que volver a Honduras. Y cuando volví a París, le mostré a un musicólogo y a él le interesó mucho. Bueno, yo tenía interés de todas maneras, así que volví.
–¿Lola era la última selk’nam?–
Sí, era la última que había vivido la vida de ellos. Había otros que sabían mucho, pero la vida se había acabado en parte por las grandes epidemias de la época. Luego yo volví en el ‘66, sobre todo para seguir las grabaciones de los cantos, que era lo más fácil para mí; como yo no podía hablar, yo no podía profundizar su pensamiento. Luego, desgraciadamente, ella falleció en octubre del ‘66. Como sus cantos tienen palabras en selk’nam, en ona, yo no lo pude traducir, así que volví al otro año para traducirlo con Angela Loij, otra selk’nam que sabía algo de castellano. Y hablando con Angela me di cuenta de que ella sabía mucho también. Así que así siguió durante tantos años, pero con idas y vueltas.
–¿Por qué se les dice onas?–
Esa es la palabra en yagan que designaba a los selk’nam, que fue conocida por Thomas Bridges, el misionero que más quedó con los yaganes.Yo sostengo que quiere decir “gente del norte” o “país del norte”. Lola, por ejemplo, que tenía poco contacto con los yaganes, creía que ona era una palabra inglesa.
–¿Cuántos llegaron a ser los selk’nam y los yaganes?-
No se sabe cuántos eran. Pero digamos que los selk’nam eran 3500 o 4000 (antes de 1880), según Martin Gusinde. Es difícil saber porque vivían dispersos en pequeños grupos. Casi toda la Isla Grande era habitada por los selk’nam, un poco por los haush en la península y un poco por los yaganes en el Canal de Beagle. Y los yaganes se cree que eran menos, unos 3000, ahí por 1860. Esto antes de que empezó el desastre.
–Hábleme del desastre.–
En esa época empezó la ocupación de su terreno y murieron casi todos en unos 20 y 25 años. Porque los agentes de las grandes estancias que venían de Punta Arenas protegían sus rebaños de ovejas y los selk’nam a veces los atacaban y les mataban a los animales, más de lo que necesitaban para comer, como para controlar esta invasión. Y los estancieros no tenían piedad, salían con sus tropillas de administradores y mataban hombre y mujer, lo que sea. Luego, los misioneros persuadieron de que no los mataran, que los iban a mandar a las misiones que ellos iban a establecer en la Isla Dawson, en el Estrecho de Magallanes y en Candelaria, en Río Grande. Así que muchos se salvaron de esa manera, pero algunos otros no estaban de acuerdo con ir a la misión. Y no es que los trataban mal, pero luego se supo que murieron muchos en las misiones por las enfermedades contagiosas para las que ellos no tenían remedios ni doctores.
–¿Cuántos años tenía Lola cuando la conoció?–
No se sabe; yo digo 85 o 90. Ella estaba muy despierta.
–¿Cómo la recibió?–
Cuando uno va como yo, que tiene paciencia y quiere saber lo que cuenta, les gusta eso porque tienen un público que realmente les interesa. Y uno siempre tiene que pagarles algo porque toma su tiempo.
Chapman, investigadora del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia y del Museo del Hombre de París, es autora de importantes libros sobre los selk’nam y los yaganes, y los tolupan de Honduras, sobre los que también dirigió documentales y editó discos para perpetuar los testimonios orales y visuales de esos pueblos.
Uno de sus libros fundamentales es Los selk’nam. La vida de los onas. Y pronto publicará The Native People of Cape Horn Before and After Darwin: cuatro siglos de historia enfocados en los yaganes.
Chapman partió de los trabajos del etnólogo austríaco Martin Gusinde, que estuvo en la Isla Grande de Tierra del Fuego a principio de los años ‘20 y es el referente en la materia. Pero, a diferencia de él, sus principales informantes fueron mujeres. Con ellas pudo reconstruir la forma de vida de ese pueblo, sus concepciones culturales e ideológicas basadas en una vida espiritual sorprendentemente rica en comparación con los escasos recursos materiales y tecnológicos que poseían. Y ahondar sobre el hain: la ceremonia de iniciación masculina en la que los hombresencarnan distintos espíritus, disfrazándose y pintándose el cuerpo entero, y que es también un ritual sobre las relaciones de poder hombre/mujer.
–El hecho de que sus fuentes hayan sido principalmente mujeres, ¿aportó alguna perspectiva distinta?–
Eso es cierto. Gusinde no podía trabajar bien con las mujeres selk’nam porque los hombres eran muy celosos, en el sentido de que no querían que Gusinde revelara el secreto. El secreto de los hombres era que las figuras con máscaras (del hain) eran seres humanos y no espíritus como les hacían creer a las mujeres. Pero el secreto era, en realidad, que las mujeres sabían. Porque yo tuve informantes mujeres que Gusinde no tuvo. Angela sobre todo me reveló, sin decirlo abiertamente, que las mujeres sabían. Entonces, el secreto era de ellas porque no podían revelar a los hombres que sabían.
–¿Qué es el hain?–
Yo digo que el hain es como el teatro, nadie nunca ha dicho eso, pero yo lo digo porque es evidente que las mujeres estaban un poco actuando. Y, en ese sentido, se divertían. Porque sabían muy bien que los hombres eran estos espíritus.
Fuentes:

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