En
los últimos días, la zona sur de la Isla
Grande de Tierra del Fuego, se va aquejada por el típico
clima cambiante de enero. Oportunidad para leer un buen libro, o bien,
arriesgarse y salir a caminar por el bosque. Recientemente, en una incursión
por el valle Carbajal, noté la presencia de hongos. Variados en colores,
formas, ubicaciones y cada uno, con su particularidad. También recordé el artículo que escribí hace años sobre el mundo fungi y que ha logrado múltiples miradas y
comentarios. Hoy vuelvo sobre este particular apartado de nuestro ambiente, con
algunas precisiones del documento “Ecología de los bosques de Tierra del Fuego”.
El
descubrimiento y reconocimiento de la complejidad de la naturaleza ha sido
particularmente dramático en el estudio de los procesos y principios
ecológicos. Por ejemplo, los invertebrados y los hongos tradicionalmente han
sido tratados como pestes y patógenos; sin embargo cumplen importantes
funciones de reciclado, captura de nutrientes, raleo y control biológico (Khom
y Franklin, 1997). Los hongos realizan otras funciones como el aporte de
materia orgánica al suelo y los organismos en él, a través de las hifas vivas,
sus exudados y las hifas muertas, ayudando al mantenimiento de las cadenas
tróficas, la formación de microagregados, la porosidad, la aéreación del suelo
y la retención de humedad (Amaranthus et al., 1989 fide Schowalter et al.,
1997; Perry et al., 1987).
Una
de las cuestiones fundamentales para la silvicultura del siglo 21 consiste en
comprender las interdependencias entre estas especies y tratar de manejar el
delicado equilibrio entre sus efectos positivos y negativos, en lugar de
simplemente erradicarlos (Khom y Franklin, 1997; Schowalter et al., 1997).
Su
variada utilidad como alimento (son ricos en proteínas y carbohidratos),
fermentos, antibióticos, alcaloides, hormonas del crecimiento (giberelinas)
(Gamundí y Horak, 2002), hacen asimismo de ellos un grupo de interés para la
obtención de productos no madereros del bosque.
Estos
organismos heterótrofos se encuentran colonizando todos los ambientes debido a
su plasticidad y capacidad de utilización de los sustratos vinculada con sus
enzimas degradativas. Las hifas, formadoras del micelio, se desarrollan dentro
o sobre los diferentes sustratos, y son las responsables de la nutrición y
crecimiento del hongo. Es esa parte vegetativa la que realiza una intensa
actividad de descomposición y alteración de los sustratos. El potencial
reproductivo y la dispersión de estos organismos es enorme, como asimismo su
capacidad de producir nuevos genotipos; poseen también reproducción asexual
(Schowalter et al., 1997).
Los
hongos, como los insectos, son a menudo protegidos del ambiente adverso por su
árbol hospedador, pero durante los períodos críticos de reproducción y
dispersión están expuestos y son vulnerables. Las condiciones ambientales y de
sus hospederos limitan las oportunidades de crecimiento rápido a micrositios
particulares o años especialmente favorables (Schowalter et al., 1997).
Los
hongos, como los insectos, son a menudo protegidos del ambiente adverso por su
árbol hospedador, pero durante los períodos críticos de reproducción y
dispersión están expuestos y son vulnerables. Las condiciones ambientales y de
sus hospederos limitan las oportunidades de crecimiento rápido a micrositios
particulares o años especialmente favorables (Schowalter et al., 1997).
La
diversidad morfológica y de comportamiento de los hongos se refleja en su
espectacular éxito en términos de biomasa, número de especies, variedad de
habitats ocupados y capacidad para hacer simbiosis con otros microorganismos,
plantas y animales (Hawksworth, 1991).
En
Tierra del Fuego la variedad de hongos sorprende, ya que a la fecha hay citadas
más de 620 especies (la mayoría mencionadas en Guarrera et al., 1975-1998);
esto contrasta con la baja diversidad de especies arbóreas. Estos números, dan
una idea de que los hongos, junto a los artrópodos y bacterias comprenden la
mayor parte de la diversidad biológica de muchos bosques (Schowalter et al.,
1997).
Nota: Decidí no incluir los nombres de los ejemplares fotografiados ya que la flora micologica es muy particular y no soy profesional ni ideoneo en la materia. La referencia es solo ilustrativa. Las fotografías las tome en el valle del río Chico en Ushuaia en enero de 2017.