En
los últimos días, la zona sur de la Isla
Grande de Tierra del Fuego, se va aquejada por el típico
clima cambiante de enero. Oportunidad para leer un buen libro, o bien,
arriesgarse y salir a caminar por el bosque. Recientemente, en una incursión
por el valle Carbajal, noté la presencia de hongos. Variados en colores,
formas, ubicaciones y cada uno, con su particularidad. También recordé el artículo que escribí hace años sobre el mundo fungi y que ha logrado múltiples miradas y
comentarios. Hoy vuelvo sobre este particular apartado de nuestro ambiente, con
algunas precisiones del documento “Ecología de los bosques de Tierra del Fuego”.
Una
de las cuestiones fundamentales para la silvicultura del siglo 21 consiste en
comprender las interdependencias entre estas especies y tratar de manejar el
delicado equilibrio entre sus efectos positivos y negativos, en lugar de
simplemente erradicarlos (Khom y Franklin, 1997; Schowalter et al., 1997).
Su
variada utilidad como alimento (son ricos en proteínas y carbohidratos),
fermentos, antibióticos, alcaloides, hormonas del crecimiento (giberelinas)
(Gamundí y Horak, 2002), hacen asimismo de ellos un grupo de interés para la
obtención de productos no madereros del bosque.
Los
hongos, como los insectos, son a menudo protegidos del ambiente adverso por su
árbol hospedador, pero durante los períodos críticos de reproducción y
dispersión están expuestos y son vulnerables. Las condiciones ambientales y de
sus hospederos limitan las oportunidades de crecimiento rápido a micrositios
particulares o años especialmente favorables (Schowalter et al., 1997).
La
diversidad morfológica y de comportamiento de los hongos se refleja en su
espectacular éxito en términos de biomasa, número de especies, variedad de
habitats ocupados y capacidad para hacer simbiosis con otros microorganismos,
plantas y animales (Hawksworth, 1991).
En
Tierra del Fuego la variedad de hongos sorprende, ya que a la fecha hay citadas
más de 620 especies (la mayoría mencionadas en Guarrera et al., 1975-1998);
esto contrasta con la baja diversidad de especies arbóreas. Estos números, dan
una idea de que los hongos, junto a los artrópodos y bacterias comprenden la
mayor parte de la diversidad biológica de muchos bosques (Schowalter et al.,
1997).
Nota: Decidí no incluir los nombres de los ejemplares fotografiados ya que la flora micologica es muy particular y no soy profesional ni ideoneo en la materia. La referencia es solo ilustrativa. Las fotografías las tome en el valle del río Chico en Ushuaia en enero de 2017.