lunes, 28 de septiembre de 2015

SENDERISMO: PENÍNSULA EL PÁRAMO, LO EXTREMO DEL CLIMA

Haciendo click en una foto, verá las demás

Lo extremo, en Tierra del Fuego, se vive a diario en cuestiones como el clima, la insularidad y las distancias. Estos rasgos, son clave para dar cuenta del fin del mundo, como se conoce a esta porción de la República Argentina. Descubrirla, palmo a palmo, es posible aunque quienes vivimos en la isla, aun no terminemos por despertarnos a las bellezas que encierra. Península El Páramo en Río Grande, es una opción interesante para aquellos aventureros en lo extremo del clima.


El domingo, como apertura simbólica e íntima a la temporada de caminatas, emprendimos un viaje para descubrir Punta Páramo, en San Sebastián, Río Grande. Se trata de una península. “Una espiga de grava –piedras lisas y pequeñas- de 20 km de largo que cierra parcialmente la bahía San Sebastián hacia el este, limitando hacia el sur con un canal de 36 m de profundidad”  (*)

Haga click acá, para ver el recorrido metro a metro.

Partimos pasadas las 7 de la mañana desde Río Grande con destino norte. Primero a San Sebastián, un poblado donde se prestan servicios como provisión de nafta, un restaurant y el puesto fronterizo atendido por diversas autoridades nacionales. Hacia el norte, luego de traspasar la rotonda, se llega a la estancia San Martín frente a la bahía y se recorren cerca de 45 km por la ruta nacional Nº 3. Esta parte es de ripio consolidado.

A esa hora de la mañana -aproximadamente las 8,30-, el cielo se mostraba despejado, un leve viento llegado del oeste y pocos automovilistas circulando la ruta. Mayormente, se veían pasar camionetas de las distintas instalaciones hidrocarburíferas que operan en la zona.

Luego de un buen tiempo de recorrido, se llega al destacamento 62 Río Cullen de Gendarmería Nacional. A esta hora, fue el oficial quien nos identificó –algo que me sorprendió sobremanera- y nos habilitó el paso hacia la ruta 102. Luego recorrimos cerca de 9 km con sentido Este y finalmente, recorrimos otros 9 hasta el primer refugio de pescadores. Allí estacionamos el vehículo y sentimos cómo nos recibía el clima.

Las previsiones que habíamos chequeado en WindGuru, se cumplieron al dedo. Los vientos no superaban los 50 km/h y el cielo se apreciaba diáfano, y una temperatura agradable. Antes de partir revisamos cámaras fotográficas, abrigo, agua (en la zona no hay), celulares para grabar la caminata y los bastones de trekking. Todo listo, ¡a caminar!

Preferimos iniciar la marcha por la costa oriental de la península. Hacia el oeste sus tierras se elevan proporcionando un abrigo al viento proveniente de ese cuadrante. Como relaté, el cielo estaba absolutamente limpio de nubes y la marea, a esa hora, se encontraba calma. Caminamos por la playa de arenas oscuras; piso firme para dar pasos seguros y constantes.

No estaba tan seguro de cuánto íbamos a caminar. Los pronósticos que habíamos hecho, indicaban unos 15 km de ida, sin contar cuan adentro de Páramo dejamos el vehículo. Sin dudas, el resultado final sería menos.

A un rato de caminar, nos movimos hacia la costa occidental de la península. El poco viento que sentíamos desde el este, se intensificó considerablemente ahora. El terreno mostraba piedras mucho más grandes y que a nuestro paso, se hundían fácilmente dificultando el tránsito. No fue una buena idea tomar esta costa. Resolvimos, sin musitar palabra alguna, volver a la otra parte de la lengüeta de arena.

A los pocos metros, vimos estacionada una camioneta doble tracción Niva. En la costa, tres pescadores con sus cañas. La pesca artesanal no sabe de la rigurosidad del clima. Mucho menos de algunas regulaciones en cuanto a su pertinencia en la zona, pero de todos modos, no advertimos control. Menos un domingo.

La caminata continuaba sin más. El paisaje se componía de playa, arena, mar, océano, atlántico y la inmensidad de un cielo riograndense que, cerca de las 11, seguía libre de nubes.

Mientras caminábamos, los pensamientos se abstraían a la soledad, los pocos elementos del paisaje y el sonido constante del viento dándonos en la cara. Todo era arena, canto rodado, mar y cielo.

De pronto, desde el norte y por la arena, venían unos cinco o seis cuatriciclos. En la zona, están prohibidos. Pasaron llenando el momento de un ruido intenso y el característico olor… Buscaban, seguramente, algún sector de la península para adiestrarse con sus cuatris.

En un momento, vi hacia el sur y centro de la larga franja de piedras, una construcción de chapa y detrás, el faro de Punta Páramo. Decidimos ir a conocer el rancho. Cuando subimos a la lengua de piedra, el viento nos recordó que es él, quien manda en esta zona.

La choza de madera y chapa tenía un ventiluz superior y adentro, una salamandra, una cucheta con dos compartimentos y colchones. También había cajas de cartón. Sus paredes fuertemente revestidas, seguramente han servido y servirán de resguardo a quien se anime a adentrarse en esa zona de la isla.

Luego, nos dirigimos al sur siempre por la lengua de tierra reconociendo la poca vegetación y llegamos al faro. El Servicio de Hidrografia Naval indica que se trata de una “torre troncopiramidal metálica, casilla acumuladores al pie” aunque esta no se encuentra. Su altura alcanza los 17,5 metros. Desafortunadamente, el viento y la sal, han logrado oxidar y destruir la primera parte de la escalera de ascenso. De modo que no pudimos subirlo. (**)

Cerca de las 12, emprendimos la marcha hacia el tercer rancho. Este, a lo lejos, parecía la casa de un pescador. Hasta garage tenía. Compuesta de chapas, ventanas con sus vidrios, chimenea y los colores más inesperados –para esta zona de Tierra del Fuego-, el refugio se convirtió en una mansión para nosotros.

Adentro, el refugio era un lugar impensado para ese paraje. Cocina con mesada, una especie de sala de estar con salamandra y un improvisado sillón; una habitación con cuatro camastros y un baño, componían la casa. Mates y sándwich de por medio, mirábamos por las ventanas al faro, el primer refugio que visitamos y nos preguntábamos cuánto faltaría para alcanzar el extremo de la península.

Afuera, el viento hacía notar su presencia. Faltando 10 minutos para la una de la tarde, resolvimos salir de la casa y continuar la caminata. Nos dirigimos de inmediato a la playa del sector oriental. Aunque a estas alturas del día, el viento reinaba con toda su fuerza y era imposible evitarlo. Caminamos otros 2 km, y por fin alcanzamos el extremo de la península. Del otro lado de la bahía, se apreciaba claramente el cabo San Sebastián que corona la costa sur de la bahía. Nuestra meta, al menos estaba cumplida en un 50%.

El viento y el agua, que golpeaba fuerte en la costa, eran uno solo. Al este, el mar se mostraba apacible, sin embargo al oeste las olas que se elevaban eras considerables. Adentro de la bahía todo era vertiginoso y violento. Habíamos alcanzado el propósito de llegar a la Punta de Arenas, como se conoce al extremo sur de la península El Páramo. Lugar teñido de historia, controversia y, ahora para cada uno de nosotros, magia.

Las preguntas afloran como ¿lindas fotos, no?. Y la verdad, es que Páramo no es para registrar en fotografías. El escenario es poco cambiante. Páramo es para guardarlo en la retina de cada uno de nosotros y compartirlo en breves palabras, con ustedes.

Datos técnicos de bahía San Sebastián y El Páramo:

- Bahía San Sebastián: Presenta una forma semicircular y mide unos 55 km por 40 km, ocupando un amplio valle formado por los glaciares durante el Pleistoceno y retrabajado por el mar durante las transgresiones del Holoceno. Presenta diferentes ambientes: marisma fósil; marisma alta; cordones litorales de grava; cheniers; planicie de mareas y canales de marea.

- Península El Páramo: Es una espiga de grava de 20 km de largo que cierra parcialmente la bahía San Sebastián hacia el este, limitando hacia el sur con un canal de 36 m de profundidad.

- La zona de Bahía San Sebastián – Península El Páramo, presenta un rango de mareas que se ubica entre los mayores del mundo, siendo la amplitud máxima que se alcanza en las mareas de sicigia equinocciales de perigeo de 10,4m, con una pleamar de 10,6 m y una bajamar de 0,2 m. Las alturas de mareas se encuentran referidas al plano de reducción que pasa 5,4 m debajo del nivel medio (Ferrero, 1996). (*)

Historia: El Páramo en el tiempo

En la primavera de 1887 el Ingeniero y explorador rumano Julio Popper estableció en esta espiga de arena, grava y canto rodado que él mismo denominó El Páramo, la “Compañía Anónima Lavadero de Oro del Sud”, que fue el primero de una serie de asentamientos dedicados al lavado de arenas auríferas en el sector argentino de la Isla Grande de Tierra del Fuego.

Julio Popper había estado allí un año antes en una de las primeras exploraciones que se realizaran al interior de la Isla Grande de Tierra del Fuego, guiado por la ya probada existencia de oro en las costas del extremo sur de la provincia de Santa Cruz.

El establecimiento de El Páramo funcionó hasta el año 1892, falleciendo su fundador un año después. Contó con numerosas instalaciones entre galpones,
maquinarias (algunas de invención propia), una barraca para 80 empleados, y  líneas férreas para una pequeña locomotora que facilitaba el traslado del material árido por ese tan blando sustrato de grava y canto rodado.

Años después, otra línea férrea fue tendida por los propietarios de la Estancia Cullen, que tenían allí un galpón para acopio de lana y mercancía general, que trasladaba con una formación de trocha angosta hasta el fondeadero interior de la Bahía San Sebastián.

Restos de este tendido pueden aún encontrarse, junto a vestigios y chatarra del
galpón en el primer tramo de la península. Del campamento de Julio Popper no ha quedado nada en pie, y hasta principios de los ’90 solo se podían encontrar restos del cementerio que allí se formó con los cuerpos de muchos obreros, en su mayoría austríacos, dálmatas y de otras nacionalidades, contando entre ellos al primer Comisario del Puesto San Sebastián, Máximo Popper, hermano de Julio, fallecido a los 23 años.

El Páramo: La naturaleza elije

La zona de Península El Páramo, tiene una importancia fundamental para las aves playeras. También, el área muestra la presencia de varias especies de aves marinas o costeras y de 21 especies de cetáceos que usan las aguas para reproducción, alimentación o tránsito.

Entre las aves de importancia para la zona, se encuentra: becasa de mar (Limosa haemastica), chorlo rojizo (Calidris canutus) y playerito rabadilla blanca (C. fuscicolis). Otras aves son: vuelvepiedras (Arenaria intrepis), playerito blanco (C. alba), playerito rabadilla parda (C. bairdii), chorlito doble collar (Charadrius flaklandicus) y gaviotín golondrina grande (Sterna hirundinacea). Las aves playeras migratorias hacen uso del sitio como apostadero de descanso durante la marea alta y de alimentación en la zona intermareal durante la marea baja, de ahí la importancia de la zona intermareal de la Península. (Di Giácomo, 2005; Haloua, 1999).

Entre los peces óseos que se mencionan para la zona y son objeto de pesca objetivo por parte de los pescadores, encontramos: róbalo (Eleginops maclovinus), pejerrey (Odontesthes nigricans), abadejo (Genypterus blacodes), brótola criolla o bacalao austral (Salilota australis), merluza austral (Merluccius australis), merluza de cola (Macruronus magellanicus), palometa (Parona signata), sardina fueguina (Sprattus fuegensis). Entre los peces cartilaginosos ocurren especies de tiburones como el tiburón espinoso (Squalus sp.) y diversas especies de rayas.

La zona de península El Páramo ha sido un sitio de pesca muy buscado por los pescadores artesanales, a pesar que no deja de tener un grado alto de inaccesibilidad. De todas maneras, los pescadores saben que constituye un lugar con una alta biodiversidad y que en verano la vida marina florece en toda su grandeza.

No es ajeno a esto, la afluencia de grandes aves y mamíferos que se acercan al litoral somero para alimentarse de la gran cantidad de peces atraídos por la proliferación del bentos y las algas marinas. Debido a esto se produce un impacto negativo entre estos vertebrados superiores con las redes de los pescadores, que ocurre particularmente en esta zona(*)

Referencias:

(*) Plan de manejo del área natural protegida Reserva Costa Atlántica De Tierra Del Fuego, elaborado por el gobierno fueguino en 2011. http://desarrollosustentable.tierradelfuego.gov.ar/wp-content/uploads/2013/11/PLAN-DE-MANEJO-RCATDF-VF.pdf