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La
mañana del 25 de mayo nos sorprendió la noticia de la partida de la Dra. Rae Natalie Prosser
Goodall, la investigadora científica de Tierra del Fuego con mayor
reconocimiento mundial, quien dedicó toda su vida al estudio de la región. Fue la
investigadora del CONICET, que inició sus trabajos veinte años antes de la
inauguración del CADIC.
(*Por
Natalia A. Dellabianca).- Natalie es una antigua pobladora de Tierra del Fuego,
coleccionista de alma y exploradora incansable de las costas (y las montañas)
de este lugar. Nacida en Ohio, Estados Unidos, se graduó con honores como BS in
Education, Biology and Art (titulo equivalente a una licenciatura) en la Kent State University
en 1957 y posteriormente obtuvo un Master en Biología en la misma institución
(1959). Trabajó como maestra en colegios de la Mobil Oil de Venezuela
durante cuatro años y luego viajó por Sudamérica. En Bariloche leyó el libro
“El Último Confín de la Tierra ”,
escrito por Lucas Brigdes, uno de los hijos del misionero anglicano Tomas
Bridges. Luego de leerlo, decidió que tenía que conocer Harberton, primera
estancia de Tierra del Fuego y cuna de muchas de las historias narradas por
Lucas en su obra literaria. Allí conoció a Tomas Goodall, bisnieto de Tomas
Bridges, quien viajó a Estados Unidos para casarse con ella en 1963. Ahora
tienen dos hijas y seis nietos fueguinos.
Ya
radicada en Tierra del Fuego, sus ansias de conocer sobre la historia de los
nativos, los primeros exploradores y la vida de la región la llevaron a
realizar innumerables expediciones por todo el Archipiélago Fueguino. Mezclando
el arte y la ciencia, comenzó a coleccionar e ilustrar plantas nativas,
actividades que resultaron en un herbario personal con más de 8.500
especímenes, varios artículos botánicos y más de 90 ilustraciones del libro
“Flora of Tierra del Fuego” de David Moore, entre otros. Todo lo que vivió y
aprendió durante esos años, fue plasmado en su libro “Tierra del Fuego”
declarado de valor histórico, cultural y turístico por las autoridades
provinciales y utilizado como manual de referencia en los colegios locales.
Mientras
recorría las playas en busca de plantas, encontró algunos esqueletos de delfines
que la motivaron a estudiar a los cetáceos australes, estudio que
posteriormente extendió a todos los mamíferos y las aves marinas de la región.
En este proyecto, que se continúa en la actualidad, se registran avistajes
oportunísticos de cetáceos y se realizan campañas de monitoreo de las costas
donde se localizan y colectan animales varados. Los especímenes colectados son
depositados en el Museo Acatushún de Aves y Mamíferos Marinos Australes (AMMA),
fundado y dirigido por ella, y localizado en la estancia Harberton. Esta
colección, de unos 2.940 especímenes de mamíferos y 2.560 de aves, es una de
las más importantes de Sudamérica en la temática y es consultada y estudiada
por científicos locales y de diferentes lugares del mundo. A través de un programa
de pasantías, cada año recibe y enseña a más de 30 estudiantes de distintas
universidades nacionales e internacionales, algunos de los cuales fueron luego
sus tesistas y/o becarios. Con más de 100 publicaciones científicas, capítulos
de libros y artículos de divulgación, Natalie es la pionera y principal
referente en el estudio de los mamíferos marinos de la región.
A
excepción de un corto período (1982-1988) donde trabajó bajo contrato en el
CADIC, sus investigaciones fueron realizadas ad-honorem, aunque recibió
numerosos subsidios de organizaciones e instituciones, como la National Geographic
Society y Total Austral SA. Tantos años de esfuerzo y estudio le valieron
numerosos premios y reconocimientos, siendo declarada Doctor en Ciencias
Honoris causa por la Kent
State University e Investigador Independiente ad-honorem del
CONICET, perteneciendo al Laboratorio de Ecología y Conservación de Vida
Silvestre del CADIC.
Años
atrás, durante un homenaje a varios investigadores del Centro, Natalie expresó
que aunque no había nacido aquí, sentía que Tierra del Fuego era su lugar y que
le agradecía profundamente a esta provincia porque le había dado todo,
refiriéndose especialmente a su familia y haciendo mención a su realización
profesional estudiando la flora, la fauna y la historia del lugar.
Investigaciones fueguinas que ha mantenido con la misma pasión por más de
cincuenta años, esa pasión que logra contagiar a todos aquellos que han
trabajado con ella.
El
legado de la primera naturalista residente en la isla no puede resumirse en
unas pocas líneas; queda disponible en formato de libros, posters, mapas,
colecciones tanto en el Museo Acatushún (Harberton) como en otros museos del
mundo; y, seguramente quienes lo mantendrán vivo serán sus numerosos
discípulos, portando el mismo entusiasmo que Natalie les transmitió.
Sus
restos descansarán en el Cementerio de Estancia Harberton, Tierra del Fuego, su
lugar en el mundo.
*
(Artículo tomado de Revista La
Lupa N º 7 publicado en marzo de 2015)