"Así
como resultaría extraño que un colega se defina a si mismo como un “periodista
humanitario” o un periodista especializado en Humanidad, descreo de las
etiquetas -no siempre malintencionadas- que encasillan nuestro oficio como
si fuera posible que la realidad, nuestra materia por excelencia, se diseccione
para su análisis". Por Marcela Valente.
Así
como resultaría extraño que un colega se defina a si mismo como un “periodista
humanitario” o un periodista especializado en Humanidad, descreo de las
etiquetas -no siempre malintencionadas- que encasillan nuestro oficio como
si fuera posible que la realidad, nuestra materia por excelencia, se diseccione
para su análisis.
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Fotografía: Cubriendo capacitación de Compromiso Onashaga.(Pato Masa Hirsch) |
Del
mismo modo que el reivindicado periodismo de género, el ambiental no puede ser
una especialización sobre un fragmento de la vida que discurre, sino que
constituye un punto de mira, una perspectiva sobre el todo que ayuda a elaborar
un producto periodístico más profundo y de calidad. O al menos eso es lo que yo
pienso.
Veamos,
por ejemplo, un tema clásico de la agenda del periodista ambiental: la
biodiversidad. Este paraguas engloba los bosques, la industria forestal, el
agua, el aire, la contaminación, el suelo, la desertificación, la conservación
de fauna, los pueblos originarios, su conocimiento tradicional, la pesca, la
agricultura, la seguridad alimentaria, la minería, la energía, las grandes
obras de infraestructura y así.
¿Y
si el tema es el cambio climático? Además del los impactos en el clima que
tiene el aumento de la temperatura, mas vale que el periodista ambiental pueda
abordar temas como economía, política, leyes, comercio, energía, consumo,
residuos, transporte, salud, cooperación internacional, alimentación, pobreza,
migraciones, etc.
Y
es que la materia que la convención reserva al periodista ambiental es casi tan
vasta como la realidad misma. No hay un tema que no se encuadre dentro de las
conflictivas relaciones entre Humanidad y Naturaleza. ¿Cómo aislar entonces al
ambiente en un módulo de análisis?
La
colega de Costa Rica Cinthya Flores Mora sostiene que “el periodismo ambiental
es multidimensional y transversal. Más que una especialización se puede
entender como una adecuación del periodismo en contraposición a la palabra
‘especialidad’ que sugiere el desarrollo de solo una parte del proceso”.
Coincido.
¿Y
cómo actúa lo transversal? La UNESCO sostiene que “transversalizar es el
proceso de incorporar lo que puede ser visto como marginal a los asuntos
medulares y al proceso central de toma de decisiones de una organización”.
Imagínense por un segundo si esta cualidad se incorporara a un gobierno.
“Ambiente”
no sería una secretaría o un ministerio con una agenda de desarrollo
sustentable que avanza en paralelo –si avanza- a otras carteras que no reparan
en seguir construyendo centrales nucleares o grandes represas, sino que sería
parte de la concepción de toda la Administración.
Lo
mismo ocurriría en una redacción si el periodismo ambiental en lugar de ser una
especificidad fuera una mirada holística. Me dirán que para organizar la
información un medio necesita mantener secciones pero ¿puede nuestra formación
seguir teniendo al periodismo ambiental como una especialidad que la mayoría de
los colegas ignora?
Analicemos
lo que ocurre cuando sólo en la sección de mujeres las periodistas se
especializan en cuestiones de género. Puede ocurrir que mientras ellas dan
cuenta del incremento de feminicidios producto de la violencia machista, en la
sección policial se describa el homicidio brutal de una mujer por parte de su
pareja como un “crimen pasional” o producto de una “celopatía”. Esta concepción
arcaica, que revela falta de actualización, ¿no es, lisa y llanamente, mal
periodismo?
Por
otra parte, no es cierto que para cubrir los temas ambientales haya que ser un
científico devenido en periodista de divulgación. ¿Y cómo es que nació entonces
este periodismo de especialistas en ambiente? Si bien desde que existe el
periodismo hay crónicas sobre contaminación, el periodismo ambiental como un
nicho específico explotó en torno a la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro
hace casi 20 años.
En
aquella reunión convocada por Naciones Unidas levantó vuelo el concepto de
“desarrollo sustentable” y, en un ambiente de optimismo –que no es el que
sobrevuela ahora las cumbres del clima- los llamados “temas ambientales”
ganaron espacio. Nacieron entonces los suplementos verdes o dedicados a muchos
de los temas silenciados hasta entonces por la redacción.
Pero
todo lo bueno tiene un final. Cuando los anunciantes advirtieron el tenor de
los cuestionamientos al sistema que trae consigo la mirada ambiental, retiraron
sus apoyos y con ellos desaparecieron las páginas específicas y los programas
“ecológicos” de televisión y radio pasaron a ocupar espacios marginales.
Frente
a esta derrota que se manifiesta muy claramente en nuestros países –me refiero
a la familia de los que estamos en un estadio atrasado del desarrollo-, pienso
si el “periodismo ambiental” no habrá sido una trampa. Eliminadas las secciones
verdes, los periodistas ambientales se sientan a esperar la carástrofe y nada
cambia porque la redacción no se enverdeció. Sigue con las anteojeras puestas.
Me
pregunto ¿por qué solo algunos periodistas deberíamos tener la perspectiva
ambiental para analizar con mayor corrección el fragmento de realidad que nos
toca en el reparto diario de tareas? ¿No será mejor que toda la redacción haga
la necesaria –urgente, diría- actualización, capacitación, “upgrade” o como
quieran llamarla?
Por
el momento lo que existe es una brecha. Algunos descubren que el llamado
periodismo ambiental es una forma de abordar la realidad que los satisface
porque los ayuda a entender cuestiones que de otra forma permanecen inconexas e
indiferentes a las transformaciones. Otros –por última vez aclaro que esto es
lo que yo creo-, los que adoptamos esta perspectiva hacemos nuestro trabajo con
más alegría, con pasión, y sobre todo sin cinismo, ese malestar que se propaga
por las redacciones como una epidemia sin que nadie entienda muy bien cuándo y
cómo se originó.
*Esta
nota es un resumen de la ponencia presentada por la periodista en el marco de
las Jornadas Interjurisdiccionales de Comunicación Ambiental; evento organizado
por la Fundación Patagonia Natural en el marco del Proyecto ARG 10/G47 “Sistema
Interjurisdiccional de Áreas Protegidas Costero Marinas”, en las ciudades de
Mar del Plata y Ushuaia.