martes, 3 de julio de 2012

ARCHIPIÉLAGO: UNA OBRA FUNDAMENTAL DE LA LITERATURA FUEGUINA


Con una nutrida participación, Archipiélago, -la obra que Ricardo Rojas escribió en 1934- resurgió de la mano de la editorial Süd Pol y Federico Gargiulo. La presentación fue en una de las salas de la Biblioteca Popular Sarmiento, de Ushuaia, institución que tuvo entre sus asociados al mismísimo preso político.


Gargiulo cuenta que su primer contacto con el tucumano, fue en el 2002 apenas llegado a Tierra del Fuego en una visita al Presidio de Ushuaia. “En noviembre fui a visitar el presidio y en una de las celdas me encuentro con la representación de Ricardo Rojas escribiendo en un escritorio”. Lo cierto, es que nos revela que el periodista y escritor no estuvo en el edificio del Presidio, sino más bien en una casa del centro del pueblo. Luego, el Dr. Vargas, nos contará que se tartaba de una casa a la que llamaban "La Colmena" por estar recubierta de vidrios.

“Todos los días tenía que firmar un registro en la policía” y revela que, contra el imaginario, no estaba engrilletado. “Si tenía que dar su asistencia para probar que no se había ido a ningún lado”.

Entre enero y mayo de 1934 Ricardo Rojas estuvo exiliado en Ushuaia como preso político. Sin saber cuán larga sería su estadía en la Tierra del Fuego, se dedicó a escribir Archipiélago y así “distraerse del incierto cautiverio”. Tanto Federico como la editorial insisten en que la obra de más de 60 capítulos breves está escrita en “un constante tono de denuncia frente a los problemas, y las numerosas injusticias acontecidas en el lejano sur, que el autor fue descubriendo en la cotidianeidad de su exilio Este grito, esta queja necesaria, sigue hoy tan vigente como hace setenta años”.

“Me gustó mucho el tono con que está escrito, tiene un tono constante de denuncia frente a los problemas que sucedían en ese entonces. Desde la administración pública hasta la mala administración del Presidio. También habla de historia, de los naufragios, de los misioneros, del exterminio de los aborígenes” dice.

La presentación, contó además con algunos ribetes que rozaron la política partidaria de Rojas, radical y emparentado con correligionarios contemporáneos y, afortunadamente, con el relato de un fueguino que coloreó con improntas ushuaienses, la presentación en sociedad de ésta reedición.

También, curiosamente, el autor de “Huellas de Fuego” relató cómo dio con la edición de 1947. “Buscando libros, me encontré con este Archipiélago de 1947 de (la editorial) Losada. No la leí enseguida” cuenta. Por supuesto, una vez que lo hizo se preguntó cómo no había sido posible una reedición y así, empezó un largo caminar hasta que logró los derechos de los  derechohabientes. “Es un acto de justicia, volver a traer a la vida os escritos de Ricardo Rojas” redactados en Tierra del Fuego.

Federico cuenta que una vez lograda la autorización para reeditar la obra, trabajó en el escaneo de los originales y el reconocimiento digital y la corrección de los escritos. “Me tomé la licencia de agregar imágenes, el libro original no los tiene” y agradeció aparte al Museo del Fin del Mundo y a la Casa Museo Ricardo Rojas, quienes cedieron material para incluir.

Una relación particular, unió a Ricardo Rojas y la Biblioteca Popular Sarmiento. “El capítulo que redactó sobre la biblioteca no es muy auspicioso, él se anotó como usuario. En ese entonces no había tantos libros y él, como que se queja un poco” por la falta de material por aquellos años. Cabe señalar que, en el ingreso de la sala, los organizadores de la presentación exhibieron una edición de la obra autografiada por el autor, y unas palabras redactadas en el libro de visitas de la institución. Todo un hallazgo.

La obra ya se encuentra en las librerías de Ushuaia, y en los próximos días estará a la venta en Buenos Aires y otros puntos.

Ricardo Rojas (San Miguel de Tucumán, 16 de septiembre de 1882 – Buenos Aires, 29 de julio de 1957) fue un periodista y escritor argentino. Provenía de una de las familias más influyentes de Santiago del Estero; su padre fue gobernador de la provincia. Pasó su infancia en Santiago del Estero y luego se trasladó a Buenos Aires, en donde prosiguió su formación académica. Llegó a ser rector de la Universidad de Buenos Aires entre 1926 y 1930. Desde este año militó en la Unión Cívica Radical, lo que le valió la cárcel; fue desterrado a la Isla Grande de Tierra del Fuego, en el Penal de Ushuaia, donde escribió su obra Archipiélago, que trata sobre la historia de los yaganes y los onas, su religión y el pensamiento de Darwin hacia ellos.