martes, 8 de febrero de 2011

Puente colgante ‘José Menéndez’: Tiempo y recuerdo

A noventa años de la creación del mítico puente colgante, tres referentes indiscutibles del ayer fueguino –Carlos Baldassarre, Adrián Goodall y Mariano Viaña-, esbozaron una reseña sobre el ingenio de hierro que hoy se debate entre el olvido y la burocracia funcional.


Concluyeron en que el puente es un icono insustituible de un eterno presente… testigo silencioso del nacimiento de una ciudad.

Río Grande.- Con una capacidad y con las cualidades que lo caracterizan, el profesor Carlos Baldassarre, brindó una síntesis de la historia y la función que cumplía el puente colgante ‘José Menéndez’ de más de 90 años, emplazado sobre el río Grande en cercanías del Cerro del Águila.

En la charla, que se brindó en el microcine, sostuvo que  "mucha gente desconoce esta relación directa entre el puente y el desarrollo económico y el crecimiento de la ciudad" dijo al historiador al comienzo de su presentación.

El director del Museo de la Ciudad ‘Virginia Choquintel’ agregó que "más allá de la vinculación física entre ambas márgenes del río Grande, con una actividad económica que era el Frigorífico, tiene que ver mucho con el vínculo social.

En el origen de Río Grande hubo dos comunidades que fueron creciendo en paralelo: una asentada sobre el Frigorífico donde estaba la actividad económica que dio lugar a la concreción de la ciudad y otra que estaba localizada en la margen Norte del río, en un lote fiscal dado que el frigorífico estaba ubicado en propiedad privada, no se podía urbanizar esa zona", explicó.

Recordó además que "la urbanización se hizo en 1.926 cuando el ingeniero Jesús Varela vino desde Buenos Aires a hacer el trazado antiguo de la ciudad. Esta era de cien manzanas de cien por cien metros cada una y cruzadas por dos avenidas que son las actuales Belgrano y San Martín. Entonces el puente fue un vínculo físico, económico y un vínculo social que tiene mucha historia y mucha tradición para el antiguo poblador".

Aseguró, entre otras cosas, que al margen del municipio de Río Grande y los antiguos pobladores "nadie se preocupó del puente hasta que el puente colapsó. Entonces, se empiezan a escuchar las voces de los distintos sectores buscando un culpable que no existe” dijo.

“En todo caso existe la indiferencia hacia un lugar de vida, hacia una cosa preexistente. Nosotros, desde la historia, desde el antiguo poblador y su conocimiento del medio, hace mucho que venimos trabajando en eso. Ahora, de allí a generar una obra es una cosa muy compleja y abarca a muchos sectores y a muchos segmentos de la comunidad".

Introducción

El puente colgante sobre el río Grande, fue en su momento un símbolo del esfuerzo privado por el que se caracterizó la primera etapa en la vida de la colonia agrícola.

Primero llegaron los hombres, colonos ávidos de trabajo y ventura pero muy lejos del terruño que los vio nacer. Por eso, dedicaron su vida a generar condiciones auspiciosas sobre las cuales construir una nueva familia fueguina, pero inspirada en las mismas pautas culturales con las que cobijaron sus infancias.

Patrones, encargados y empleados, sin distinción de rangos, aunando sus esfuerzos para superar la inhospitalidad de los factores naturales, fue otra de las características de la época. Sobre un verdadero espíritu solidario, se conformaron casi todas las comunidades de la Patagonia, cuna de inmigrantes, pero de una identidad tan fuerte que no alcanzó a perder la esencia autóctona.

El lapso en que se ocupó la tierra disponible fue muy corto, tanto, que como lo afirma José Luis de Imaz (1972:9) supera todo lo conocido en la pampa húmeda.
La explotación extensiva de ovinos, se planteó entonces sobre la base de grandes unidades de concentración económica, de mano de obra y de tecnología.

Luego hicieron su aparición las instituciones, pero subordinadas en este caso al prestigio que ya poseían todos y cada uno de los referidos pioneros; con lo cual, se logró priorizar la armonía social más allá de las diferencias interétnicas, religiosas y/o culturales de sus integrantes.

Y en dicho contexto, el puente colgante… referente insustituible de un eterno presente… testigo silencioso del nacimiento de una ciudad.

Antecedentes del puente colgante

Bajo el amparo de la ley Avellaneda y sus artículos, referentes al tratamiento de las tierras fiscales, se puso en marcha - hacia fines del siglo XIX - el proceso de colonización y posterior poblamiento de la zona norte del sector argentino de la Tierra del Fuego.

Sobre la concesión de 80.000 hectáreas adjudicadas al Ing. Julio Popper (que no se efectivizó ante la muerte prematura de dicho personaje) se fundó la estancia Primera Argentina, a la que le siguieron: Estancia Sara, Cullen Station, Estancia Segunda Argentina, Viamonte, Ewan y San Pablo, como grandes establecimientos ganaderos surgidos de remates de tierras fiscales (1897/1899) y que conformaron, en su conjunto, la estructura latifundista que representó durante varios años la totalidad del aparato productivo de la Tierra del Fuego.

Sobre dicho tema, Juan E. Belza (1977) comenta que el crecimiento de las primeras estancias fueguinas (argentinas) se facilitó ante el incumplimiento por parte del Estado de la Ley de Fomento de los Territorios Nacionales (Nº 5.559), en la cual se comprometía a la construcción sistemática de vías de comunicación y que en Tierra del Fuego "nada había hecho…"

Los 500 y más kilómetros de caminos transitables por automóviles de la zona norte, los puentes, puertos y barco, chasques y correos, almacenes y bancos… todo, sin excepción, fue realizado por las estancias, a sus costas. Comparte este concepto, otro distinguido historiador, Juan H. Lenzi (1966) cuando afirma que "los pioneros de la ganadería lo fueron así mismo de la vialidad…"

Ahora bien, este gran poderío económico encontró en la integración de sociedades anónimas, una vía sustentable de crecimiento que culminó con la fundación de la Sociedad Anónima Importadora y Exportadora de la Patagonia (1908) cuyo primer Directorio lo constituyeron: José Menéndez, Mauricio Braun, Juan Blanchard y Alejandro Menéndez Behety.

Fue así como pocos años después, con la participación de otros notorios hacendados, tales como: José Montes, Bridges y Reynolds, se conformó la Sociedad Anónima Compañía Frigorífica Argentina de Tierra del Fuego (1917) con el objeto de instalar en el puerto de Río Grande una planta frigorífica de exportación, orientada a la industrialización de carnes ovinas, fabricación de conservas, extracto de carne, grasería, curtiembre de cueros, etc.

Ahora bien, la Primera Guerra Mundial, con la gran necesidad de carne y de lana en los países beligerantes, aceleró considerablemente el desarrollo ganadero en las dos riberas del Estrecho de Magallanes. En un clima de facilidad financiera, las sociedades pudieron resolver el problema de comercialización de la carne, afectada por la gran distancia que las separaba de los centros de consumo.

Prolongando entonces la cadena de frigoríficos en los puertos del sur de la Patagonia, la Compañía Frigorífica Argentina de Tierra del Fuego, ligada al grupo Menéndez Behety, construyó en 1917 un establecimiento en la desembocadura del río Grande, para la exportación hacia el mercado británico.

Río Grande se constituyó así en el centro económico de Tierra del Fuego.

Al respecto, Juan H. Lenzi (op.cit.) documenta: "El 30 de septiembre de 1916 fue sancionada, en el Congreso de la Nación, la Ley Nº 10.171 por la cual se autoriza la instalación, en la margen sur del río Grande, de un frigorífico y fábrica de carnes con capacidad de una faena diaria de 2000 animales lanares y hasta 200 cerdos.

La autorización fue otorgada a D. Alejandro Menéndez Behety (Presidente del Directorio de la mencionada S.A.) quien, a su vez, quedaba facultado para construir un puente metálico sobre el mencionado río, el cual después de 15 años pasaría a propiedad del Estado. La introducción de todos los materiales para el montaje del mismo quedaba libre de derechos aduaneros, hasta la suma de 150.000 pesos".

El puente en sí

En la construcción del puente, de tipo colgante, se distinguen dos elementos constitutivos básicos: Un piso o tablero de madera soportado por vigas de hierro, con perfil doble T, de aproximadamente 100 metros de luz (largo suspendido) y sostenido por siete cables de acero por banda (catenaria) que tendidos sobre ambos pórticos (Este – Oeste) terminan anclados en sendos bloques de hormigón.

Dichos portales o cabeceras del puente, se encuentran también fundados sobre columnas de Ho y constituyen el segundo de los elementos constructivos antes mencionados.

Ubicación: se encuentra en las cercanías del Cerro del Águila, en el kilómetro 2820 de la Ruta Nacional Nº 3 y a 10,2 kilómetros de la Plaza de las Américas. (Dato atentamente suministrado por Vialidad Nacional) GPS: 53º51´S / 67º 48´W.

Testimonio:

D. Adrián Goodall, hijo del Ing. J. Goodall, administrador del Frigorífico

La construcción del puente colgante fue iniciada en 1918 y concluida en 1920. El director de obra fue un ingeniero alemán de apellido Gloeckle, y los materiales constructivos habían sido importados en su totalidad de una empresa norteamericana que creo se llamaba All American Steel. Una de sus características técnicas es que debía soportar una carga distribuida de siete toneladas, pero estoy seguro que estaba sobredimensionado porque a fines de la década del ´50, los equipos petroleros de la Tennessee (que vacíos pesaban 21 Tons.) pasaban perfectamente bien y cargados!!!

Informe de don Alfredo Recke (1926).

Don Alfredo Recke, inspector de la Dirección General de Tierras del Ministerio de Agricultura de la Nación, señaló en un informe de 1926 que "En vista de que el pueblo y colonia de Río Grande ha debido establecerse sobre la margen norte del río, pues sólo allí se contaba con una reserva de tierra fiscal, tropieza con graves inconvenientes para establecer una comunicación directa entre el pueblo y los establecimientos ganaderos ubicados al sur del río Grande".

Y luego continúa: "Como el río es muy caudaloso y sobre todo de mucha correntada y aguas muy frías, es peligroso vadearlo a la altura del pueblo, proporcionando así un obstáculo natural al libre tránsito. Para ello, no existe más que un puente colgante de propiedad particular, el que se encuentra inconcluso y por esta causa no presta los servicios necesarios… Falta hacer un terraplén desde la cabeza terminal que da sobre la margen izquierda del río hasta la parte alta, es decir, una extensión aproximada de 1200 metros. Esta parte del terreno está constituida por una vega bastante pantanosa que además está sometida a las mareas; cuando se produce máxima marea queda cubierta de agua durante tres o cuatro días, haciendo entonces imposible el tránsito vehicular…"

Por fin, en el año 1932 se creó - por Ley Nº 11.658 - la Dirección de Puentes y Caminos (antecesora de la Dirección Nacional de Vialidad) y en 1934, luego de no pocos reclamos, llegó a Río Grande un piquete de la misma, creándose una oficina vial denominada Residencia Río Grande.

Dos años después, por Acta Nº 50 / 1934 de la Comisión de Fomento de Río Grande (antecedente de la Municipalidad de Río Grande), se destinó una cifra de 420 pesos moneda nacional, para que dicha Dirección realizara los arreglos necesarios en los accesos del puente denominado "El Tropezón".

El puente y su tiempo

El río Grande es el más importante de la Isla, no sólo por su caudal (hasta 60 m³ / segundo) sino también por su longitud (220 kilómetros). Nace en el sector chileno de Tierra del Fuego, donde recibe a los afluentes: Rusffen, Donoso, Blanco y Cocharne. Una vez en territorio argentino, recibe el aporte de los ríos Bella Vista, Herminita, de la Turba, Mac Lennan y Moneta. Su valle de inundación (llanura aluvial) desemboca en el mar, en un pequeño estuario de escasa profundidad.

Cabe señalar que el puente colgante sobre el río Grande, debe considerarse como un hito ineludible de su época. Desde lo social, los "de este lado" y los "del otro lado" del río, son imágenes referenciales que pertenecen -indistintamente- a quienes vivían en el frigorífico tanto como a las pocas familias dispersas en la aldea de la margen norte.

Por lo tanto, el puente en cuestión, no sólo fue un vínculo físico para aquel entonces, sino que también actuó como un determinante social; lo cual justifica que se mantenga tan vigente en la memoria colectiva de los antiguos pobladores, aunque no así, de la nueva sociedad riograndense.

Es decir, el puente marcó áreas de pertenencia sobre una u otra margen de la desembocadura del río. Hoy podemos hablar de subculturas urbanas.

En síntesis, ese puente colgante que sirviera para concretar las bases del desarrollo económico de la zona norte de Tierra del Fuego, sobre las que se asentaría el germen poblacional de la ciudad de Río Grande, también actúa como vínculo de relación entre el pasado y el presente de una comunidad que aún hoy, no ha alcanzado armonizar sus parámetros de crecimiento y en la que por distintos motivos se obstruyeron los canales de comunicación entre los "antiguos" y "nuevos" pobladores , con lo cual, muchos de estos últimos actores sociales no alcanzaron a lograr una relación concreta de arraigo que les permitiera integrarse a los distintos "tiempos de la Isla" y a sentir como propio el patrimonio cultural del lugar.

Sabido es que el concepto de conservación y preservación del patrimonio cultural debe surgir desde las bases mismas de una sociedad. El Estado, es sólo parte de un complejo sistema de voluntades y el Municipio de Río Grande, siempre estuvo abierto al diálogo en materia de consolidar las bases identitarias de su comunidad.

El puente colgante sobre el río Grande es, entonces, tiempo y recuerdo para nuestros mayores y un verdadero emblema del pasado para todos aquellos que hemos escogido este suelo, como una alternativa válida y diferente de vida.


“Salvar cuanto antes” el puente colgante

Adrián Goodall, de estrecho vínculo con la historia fueguina pero sobre con el quehacer de la zona norte de la provincia, participó en la reunión realizada el pasado viernes donde se analizaron los pasos a seguir para salvar la estructura del puente colgante, colapsada a partir de un temporal de viento el pasado mes de diciembre.

“La verdad, es lamentable que no haya habido preocupación antes en el mantenimiento del puente en el sentido de su estructura y en el cuidado de los fierros, sobre todo”, aseguró.

Asimismo, Adrián Goodall manifestó con preocupación que “hay que salvar al puente. Hay que salvarlo para que no se vaya (por el río) y después hay que repararlo. Son dos etapas para mí”.

Mariano Viaña: “Hay que tomar conciencia”

Por su parte, el presidente de la Asociación Rural de Tierra del Fuego, Mariano Viaña, calificó como “un hito para todos” al puente colgante y consideró que “forma parte de un símbolo de la Tierra del Fuego y un símbolo muy particular de Río Grande”.

Relató que la producción ovina “fue la primera actividad económica que tuvo Tierra del Fuego y fue el motor de desarrollo durante gran parte de la vida de la actual provincia hasta el advenimiento de la Ley 19.640”.

Opinó que “lo mejor que podemos hacer ante esta situación es tomar conciencia y adquiriendo el elemento básico que necesitamos todos y entonces debemos buscar la manera de salvar el puente entre todos con la colaboración de toda la sociedad, cada uno en lo que pueda aportar”.

El Presidente de la Asociación Rural de Tierra del Fuego rescató también el rol de las distintas instituciones al decir que “como ciudad debemos estar todos juntos en esto porque el puente es uno de esos hitos fundamentales de la historia de un pueblo y esto nos va dando los elementos básicos para crear nuestra propia identidad, primero como ciudad y luego como provincia”.

Fuente: Tiempo Fueguino

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